Animal Collective en Industria Cultural (06 de Noviembre)
Lunes, 10 Noviembre 2008
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Escrito por Jorge Miniño |
On Stage
Fue por la revista española Rockdelux, fuente inagotable de tendencias, nuevas bandas y viejas bandas olvidadas pero tremendamente influyentes que me enteré por primera vez de la existencia de Animal Collective hace algunos años. Los calificativos que ocupaban para describir su propuesta (folk, noise rock, ambient drone, sicodelia retorcida y... melodÃa!) me hicieron ir en búsqueda de su música. Indie. Nuevo indie. Pop holÃstico?
Mi primera impresión fue la de sentirse sentado en un bosque remoto junto a unos duendecillos siniestros en una fogata, con guitarras de palo, guitarras distorsionadas, voces que cantan a distinto tono mantras ininteligibles, grillos, gritos, cachivaches varios y bases de baterÃa conviviendo con percusiones reales. Para que voy a mentir, tampoco me hice fanático acérrimo ni nada de eso; los MP3 quedaron archivados por harto tiempo, pero algo me hacÃa escuchar y volver una y otra vez esos discos. SentÃa que estaba ante algo raro, nuevo (sÃ, todavÃa es posible...) algo que se desarrollaba, que estaba por tomar forma cada vez más, algo siniestro e infantil al mismo tiempo. Esas vocalizaciones a lo Beach Boys, esos chillidos agudos, bases repetitivas, poderosas percusiones. Inesperado. Sorprendente.
El 6 de noviembre alrededor de las 21:40 hrs, luego de la actuación del telonero nacional Montaña Sagrada (referirse a super45.cl), el Colectivo Animal salió a escena. Y ahà todos los asistentes fuimos sumergidos en otro espacio y tiempo: el efecto lisérgico de Animal Collective fue superior. Honestamente, yo pensaba encontrarme con algo distinto ese dÃa. Como que AC suenan más "orgánicos" en disco. Si bien usaban guitarra eléctrica, era difÃcil asegurar si lo que sonaba provenÃa efectivamente de esa fuente. Los tres en escena, Avey Tare, Noah "Panda Bear" Lennox (quien tiene su propia carrera en solitario con prominente presencia) y Brian "Geologist" Weitz rodeados por una muralla de subwoofers moviéndose frenéticamente. La verdad fue más "electrónico" de lo que esperaba. El sonido, sin embargo, por momentos era atronador.
No hay palabras para describir el sinergismo espiritual cobijado en un Industria Cultural (calle Cueto con Balmaceda) repleto. Cuicos aparte, la energÃa que se formó entre los asistentes no daba para presagiar nada de lo que iba a suceder: que tres músicos convirtieran un galpón de Santiago Centro en un lugar de ceremonias para una danza tribal. Bastaba ver los ojos brillosos y las sonrisas en las caras de quienes te rodeaban; los movimientos de los cuerpos bailando; el silencio sepulcral; los gritos desaforados y, en fin, todo lo que rodeó el concierto para darse cuenta que ahà habÃa algo más. Creo que estuve a punto de levitar en algún momento. MagnÃfico todo, el sonido, la entrega, como se movÃan, "Who could win a rabbit", "Comfy in Nautica", "Reverend Green", el cierre con "Peacebone" (single de Strawberry Jam, en vivo casi catarsis punk). Noah Lennox en la percusión fue un reloj suizo; increÃble lo que hicieron en el tema "Fireworks" (alargado hasta el infinito).
Este concierto no fue el futuro (como el concierto de NIN), ni la melancolÃa del pasado (como Jesús and Mary Chain y R.E.M.): lo de Animal Collective no se puede explicar en base a tiempos verbales o palabras simples. A ratos parecÃa una jam improvisada, en otros momentos una rave, luego era un baile primitivo y al segundo, un recital ruidoso e inspirado. Como siempre, se les ruega a los señores productores "alternativos" que sigan asombrándonos con estos regalitos, tal como fue Shellac a principio de año.
FotografÃa: Mataa | Ver + fotos→
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